Esta es la historia de un hombre al que prendieron por un crimen que no cometió(o quizás sí), que estuvo encerrado en una cochambrosa e insana mazmorra de la ciudad varios años, que por fin tuvo un juicio "justo" y se lo condenó a azotes y horca. Pero en el último momento se le conmutó la pena si ayudaba a la guardia a defender la ciudad del invasor francés.
U os podría contar que un hombre fue aprehendido, pasó un tiempo aherrojado, compartiendo una sucia celda con algunas ratas y otros seres de su propia catadura, confesó sus crímenes bajo tortura, y se lo condenó a pena de ahorcamiento público, no sin que antes le ablandaran las carnes con unos cuantos latigazos. El día del colgamiento, cuando ya tenía la espalda cruzada por sanguinolentas líneas y el lazo al cuello, un numeroso grupo de desharrapados y rufianes puso en ejecución un plan de liberación, guiados por El Gobernador, conocido traidor a la corona y a su Rey. La soga de la que pendía el reo fue cortada y en su mano pusieron un cuchillo. Ahora defendería su vida y la de sus iguales contra las tropas del Rey y los usurpadores por igual.
O también podría narraros la del Conde que juró venganza tras ser encarcelado... no, espera, esa ya se ha escrito.
En definitiva, cualquiera de esas historias, u otras que imaginéis podría formar la vida del Convicto, la última (por ahora; esperemos que algún día haya más) de las figuras de la Guardia de Ysbilia de 1650: A Capa y Espada.
Aclaración para los que no juegan al juego: "El Gobernador" es un ex-soldado de los tercios rebelde que se ha puesto como misión liberar a los prisioneros de las cárceles reales.
A continuación, el Convicto.
Cuidaos y disfrutad.
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