miércoles, 1 de octubre de 2014

Claustro (fase 1) Segunda parte

Bien, aquí estoy otra vez, con una nueva entrada sobre la maqueta del claustro.

En la anterior entrada dejamos la base del claustro terminada, y ahora toca hacer el resto, los arcos y los muros exteriores. Empecemos por los arcos.

Como ya dijimos, los arcos (la arcada) y los muros van a ser de pvc espumado. Primero medimos (si no nos acordamos, no estamos seguros o no lo sabemos) la longitud que va a tener la arcada en cada una de sus localizaciones. Vamos a necesitar cuatro arcadas, una para cada lado del jardín, que después tendremos que dividir en dos, porque hemos hecho la base en cuatro piezas.

Conocida la medida (11 cm) y estimando la altura (6 cm), nos ponemos a la tarea de dibujar los arcos en el pvc. Procuraremos no apretar mucho, que si no luego se queda marcado, y no queremos eso.

 
 Luego cortamos con el cutter, con cuidado para que nos queden bien los arcos.


Ahora viene lo más entretenido, agotador y agobiante de este trabajo: tallar los sillares que forman los muros de las arcadas. Como he dicho otras veces, el pvc espumado se talla o graba con mucha facilidad (de hecho, si no tienes cuidado puedes dejar marcada la uña). Podemos usar una aguja, un lápiz, una brocheta de madera... lo que tengáis. Yo uso un buril de repujado que tengo de los trabajos de tarjetería. Es importante que busquéis vuestra herramienta conforme al grosor del trabajo que queráis hacer. Así que armados con nuestro buril y la regla, nos dedicamos a tallar cada una de las piezas. Os aconsejo que antes de poneros a tallar dibujéis con lápiz (con suavidad) lo que queráis hacer, para así desviaros lo menos posible. Tanto en esta fase como cuando hagáis los muros, podéis añadir detalles como piedras rajadas o marcas de cantero. Y hete aquí el resultado de un puñado de horas tallando sillares.


Antes de coger otra vez el aerógrafo, marcamos las arcadas por la cara interior (la que va a dar al corredor) para, una vez cortemos la arcada en dos, saber cuáles van emparejadas a la hora de montarlas.


Como ya tenemos pintada la base y como luego nos resultaría más difícil hacerlo, cuando estén terminados los sillares podemos pintar las arcadas. Usaremos los mismos colores que para el empedrado (base de gris piedra Vallejo [884], y dos capas de tinta soft tone de Army Painter [1134], dejando secar bien la primera antes de aplicar la segunda). Así conseguiremos uniformidad en todo el edificio, a pesar de las inevitables diferencias de tono, que en el fondo le dan más naturalidad al conjunto.

Montamos las arcadas en las bases. Para pegar el pvc espumado sirve cualquier pegamento instantáneo o cianocrilato (yo uso "super glue" del chino).











Con las arcadas listas, podemos echarle ganas y ponernos con los muros. Tanto el interior de los arcos como el interior de los muros (los que van enfrentados) podrían dejarse lisos, puesto que no se va a notar/ver demasiado; se ve más en el caso de los muros, pero el interior de los arcos, no se ve casi nada o nada. A mí me gusta hacer el trabajo completo, por lo que pueda pasar y se pueda ver una vez montado el conjunto. En definitiva, medimos los muros, procurando que encajen bien a la hora de montar (esto es, una pareja los medimos en toda la longitud de la base, y la otra la medimos 6 mm más corta; esta pareja más corta será la que a la hora de montar esté tocando a los otros dos muros haciendo la esquina). Cortamos las piezas y volvemos a agarrar el buril o similar para empezar otra laaaarga sesión de tallado de piedras.



Además de las piedras, he decidido que en uno de los muros haya una puerta, que en un futuro conducirá a la iglesia, mientras que en el opuesto habrá un arco que servirá como entrada o salida para comunicarse con el exterior.

Tallados los muros, pintamos la parte interna de estos, puerta de madera incluida (para la puerta he usado marrón cubierta de Vallejo [986] como base, y tinta strong tone de Army Painter [WP1135] para dar matiz y resaltar los detalles). Yo he dejado la parte externa para pintarla al final, cuando ya esté todo montado; el motivo es que quería pintar a la vez el borde blanco de corcho de la base, y si pintaba el muro antes de montarlo, luego tendría que pintar dicho borde. La parte positiva es esa, que el borde blanco se cubre a la vez que el resto del muro (dando uniformidad); la parte negativa es que la tinta es muy líquida y con el muro en vertical resbala hasta abajo (o arriba si lo ponemos bocabajo) dejándonos con una acumulación de tinta indeseada en ese extremo del muro. Una solución (que se me ha ocurrido ahora, mientras escribo esto) sería pintar un lado, dejarlo secar de forma que quede horizontal, y luego pintar el otro. Claro, todo el que haya trabajado alguna vez con aerógrafo sabe que eso va a implicar limpiar el aerógrafo más veces para que la tinta no se seque en el aparato.

Cuando estén secos, ya podemos montar los muros. Este es el aspecto que tiene el claustro con la parte externa de los muros sin pintar.


Y con los muros pintados.


Ya quedan detalles. La arcada de entrada está muy pobre así sola, así que le hice una verja usando pvc espumado de 1 mm.


Ese césped verde es muy triste, y a los pobres monjes no les va a apetecer pasear por ahí si no le damos un poquito más de alegría, así que le ponemos unas florecillas y unas hierbas altas. Y también unas enredaderas en las esquinas, que quedan muy chulas.


¡Tachán! Ya tenemos un claustro listo para que nuestras miniaturas paseen, entreguen cartas comprometidas o desnuden sus aceros a la luz de la luna.













A este claustro aún le falta un tejado. Eso no se puede dejar así. Por eso esta es la fase 1. La fase 2 será el tejado, cuando se me pase el hartazgo de tallar sillares de piedra. Y es posible que haya una fase 3, ya veremos. Eso sí, algún día tendré que hacer la iglesia...

¡Hasta la próxima entrada!