martes, 30 de septiembre de 2014

Claustro (fase 1) Primera parte

Hola de nuevo,

¿Me echábais de menos? Seguro que no, que tampoco escribo tanto.

Aún tengo medio aparcado el proyecto de la arena, pero es que con eso de que no empiezan a mandar miniaturas de Arena Rex hasta primeros de octubre (una bonita indeterminación temporal), y que además, para más inri, las mías se mandarán todavía más tarde (porque una, UNA, de las minis que pedí aún no está terminada... el escultor es la hostia, pero cuánta calma lleva el hombre), pues como que da pereza. Eso sí, todo sigue ahí, en mi cabeza de rizados bucles azabache (toma, que bonito).

Pero que tenga aparcado lo de la arena no quiere decir que esté ocioso. El mes pasado (agosto, que aún hoy estamos en septiembre) le pegué duro al pincel y tengo una cuadrilla bastante resultona de 1650: a capa y espada. Lo malo es que en un momento dado sufrí un "bloqueo creativo", por llamarlo de alguna manera, y me atasqué en una mini a medio terminar. A ver si me pongo con eso, que si no no sigo con las otras.

Eso fue el mes pasado, ¿y este? Pues siguiendo la línea de 1650, y siguiendo los pasos de los tres mosqueteros, me he hecho un claustro. Sí, sí, un claustro; ese sitio por el que los monjes pasean y toman el sol cuando están encerrados en una abadía... esa parte de los edificios antiguos, cuadrada, sin techar, con un pozo, arcos y columnitas... vaaaaa, seguro que sabéis qué es un claustro. Y si no, preguntad a San Google.

¿Y por qué un claustro? Tiene un porqué. No es un capricho cualquiera, ni que me haya caído una piña en la cabeza y haya visto la luz divina. ¿Os habéis leido Los tres mosqueteros, de Alejandro Dumas (padre)? ¿No? Pues deberíais. ¿Sí? Bien por vosotros. Los que lo habéis leído seguro que recordaréis (y los que no, seguro que os suena algo parecido de Dartacán y los tres mosqueperros), que casi al principio el joven gascón se cita con Aramis, Porthos y Athos para un duelo, uno tras otro, en el mismo sitio: el claustro de las Carmelitas Descalzas. (Ya luego viene la guardia del cardenal y el duelo múltiple se convierte en otra cosa). Pues esa escena es la que me dio la idea, y las ganas de tener mi propio claustro (aunque este está en mejor estado que el de la novela).

Menudo rollo me he tirado y todavía no he empezado con lo importante: cómo se hizo el claustro. Al lío.

Lo primero, hacer un boceto de lo que más o menos quieres hacer. Podéis buscar ideas en San Google o ir a visitar alguno, si tenéis la suerte de tener una iglesia viejuna en la ciudad (o algo que antiguamente fue iglesia, como el penal del Puerto). Del boceto no hay foto, que da cosica ponerlo. En fin, un dibujo que sea suficiente para plasmar tu idea, aunque sea a grandes rasgos. Ya, lo bien que quede dependerá de la calidad del dibujante... el mío eran cuatro rayejos en una servilleta de una cafetería, que luego se convirtieron en ocho rayejos en un folio en casa. En fin.

Boceto hecho, idea plasmada. Ahora toca escoger materiales. Como sabéis por el barco (ver entradas anteriores, aquí, aquí y aquí... ah, y aquí), me gusta trabajar con pvc espumado, porque es ligero, resistente, pega bien y se talla/graba de maravilla. Así que los muros del claustro van a ir de pvc espumado. Pero el pvc espumado tiene un problemilla, que es un poco caro. Como tampoco quería dejarme tanto dinero como para que me saliera más rentable buscar una maqueta ya hecha, pues eché mano de otro material que tenía por casa y que usaba antes para hacer maquetas: cartón-pluma, o foamboard, para los que no sepan decirlo en castellano :P ¿Qué rayos es el cartón-pluma? Básicamente es una lámina de corcho blanco metida entre dos cartulinas gruesas. Se corta bastante bien, y es tan ligero como el pvc espumado, peeeero es menos resistente, con la humedad se comba, y como se doble quedan unas rayas muy, muy feas. Ah, sí, y ciertos pegamentos y sprays derriten (literalmente, no me lo invento) el núcleo de corcho.

Así que: pvc espumado para los muros, cartón-pluma para la base.

También tenía que hacer el suelo por el que van los monjes a misa. El cartón-pluma no se graba demasiado bien, así que vuelta al pvc, pero esta vez ya pre-grabado.

Y el césped... o mejor un claustro abandonado de suelo yermo... no, césped, y hierbecita, y florecitas... pues césped artificial.

Recopilando lo de arriba: Materiales: pvc espumado de 3mm para los muros, cartón-pluma blanco de 3 mm para el suelo/base, pvc espumado de 1 mm pre-grabado para el empedrado, césped y flores artificiales (aquí cada uno que use el que más le guste, yo tengo aún "arenilla" verde de cuando montaba el belén en mi casa), pegamento, cutter, reglas, buriles, pintura (y aerógrafo, os lo recomiendo) y muuuuuuuuuuuuuuuuuuuucha paciencia (casi tanta como para leer esta entrada).

Bien, ya tenemos los materiales, hemos preparado nuestra mesa (en mi caso echar un hule encima de la mesa y tener mucho cuidado de no atravesar el cartón a la hora de cortar las piezas), y tenemos ganas de trabajar (jejejeje).

Empezaremos por la base de la pieza. Mi idea es hacer un claustro grandecito, de 30x30 cm. El problema, como el de la mayoría, es el espacio. Ese claustro luego tengo que guardarlo. Bueno pues en lugar de hacer una sóla pieza de 30x30 cm (que me hubiera ahorrado algunas cosillas), he decidido dividir el conjunto en cuatro piezas de 15x15 cm. En la parte mala tiene que los jugadores avispados podrán aprovechar los cortes de las piezas para calcular las distancias. En la parte buena tiene que se puede guardar apilado... Prefiero la parte buena.

Así que cortamos nuestra base, o nuestras cuatro sub-bases, como prefiráis. El cartón-pluma se corta bien con el cutter (al fin y al cabo es cartulina con corcho blanco), así que este paso no tiene mucho más misterio. Damos nuestros cortes y a seguir con el proyecto.

 
El siguiente paso es la primera mano de pintura (de muchas) que vamos a darle a la maqueta. Primero dibujamos (para tener una guía) el ancho del suelo del claustro en cada una de las piezas, y luego, con el aerógrafo, damos una manita de pintura verde. Este verde va a conformar el fondo de nuestro jardín, por si se quedara algún claro rebelde cuando pongamos la hierba.



Ahora, siguiendo con la base, le ponemos el empedrado. Quería que el suelo del claustro fuera de piedra irregular, contrastando así con los (más o menos) regulares muros. Como me daba pereza tallar toda esa piedra, compré un par de planchas de pvc espumado "empedrado irregular" de Plastcraft Games. Las dos láminas que vienen me vinieron casi justas, sobrándome sólo un cuadradito que guardo para cualquier otra cosa (probablemente una peana de miniatura). En fin, medí y corté las láminas para hacer cuatro "caminos" interiores, que recorrerían el perímetro del jardín al completo; son los que antes hemos dibujado en la base. Además, corté cuatro caminos exteriores, para que los monjes puedan pasear desde las arcadas al centro del jardín. A los caminos del jardín les corté algunas piedras laterales, preferiblemente las que no estuvieran enteras, para dar más sensación de irregularidad y que no fueran tan rectos. Hecho todo esto, los pinté. Primero les di una mano de gris piedra de Vallejo (70.884) muy diluido (principalmente porque es muy denso y me atasca el aerógrafo), para, una vez seca la pintura, darles una primera capa de tinta soft tone de Army Painter (WP1134). Cuando se secó la tinta, los caminos quedaban de una especie de gris amarronado bastante resultón, pero no era el color que yo quería, así que le apliqué una segunda capa de tinta soft tone. Dejamos secar y nos quedará una cosa así.



Ya tenemos los caminos. Ahora los colocamos. Los pegamos en su sitio usando cola blanca. Los caminos son bastante anchos (cuatro centímetros) y largos (quince centímetros), y no merece la pena gastar tanto pegamento instantáneo (introduzca aquí su marca favorita). El cartón-pluma responde muy bien a la cola blanca de toda la vida, así que con eso nos basta.



Cuando los caminos ya estén colocados y secos (que no se muevan, vamos), volvemos a coger la cola blanca y nuestra bolsita de césped artificial. Echamos cola en los espacios delimitados por los caminos (los cuadrados esos pintados de verde que quedan en medio) y pegamos el césped. Si la cola está muy espesa, diluidla con un poco de agua, pero ya os advierto que mucha agua os va a combar el cartón-pluma.
La técnica para pegar césped es de todos conocida, pero aquí os la pongo. Extendéis bien la cola por la superficie a cubrir de césped, intentando no dejar ningún hueco. Cogéis la bolsa de césped y la volcáis sobre la superficie cubierta de cola, hasta que no se vea ésta (no hace falta que echéis toda la bolsa, sólo lo suficiente). Esperamos un rato para que seque (depende de la paciencia de cada uno, pero al menos un cuarto de hora, por favor). Levantamos la superficie cubierta y sobre una servilleta, un plástico o cualquier otra cosa que nos sirva luego para recoger el césped, la volteamos y le damos unos golpecitos con la mano a la parte de atrás para que caiga el césped que no se ha pegado (el exceso, vaya). Et voilá, césped pegado.

Total, éste es el resultado, con el césped ya pegado.



En la siguiente entrada, la arcada. Si has llegado hasta aquí, tómate un helado, te lo has ganado ;P